sábado, 15 de septiembre de 2012


 “Soy Carlos Wieder, también llamado Alberto Ruiz-Tagle. Hijo de una relación carnal entre un Mayor carabinero y Isabel Allende. Encargado de convocar jóvenes contra la armada.
Toda mi vida sentí que era un bastardo en aquella casa. Mi ‘madrecita’ sumisa en todo, nos cuidaba como si fuéramos de cristal. Pero el viejo nos pateaba. Solo me decía malas palabras, siempre fui tratado como basura. Juzgaba me incapaz. Gritaba a cuatro vientos que jamás seria como el. Que jamás seria jefe de algo o de alguien. El odio me dominaba cada vez más. Hasta el día que me fui, decidido a acabar con mi padre.
Llegué en Concepción. Tenía dos contactos allá. Eran Verónica y Angélica, las hermanas Garmendia. Lindas, mas nunca supe sus verdaderos nombres. Escuché muchas historias de ellas. Que seducían algunos hombres, viejos y jóvenes en búsqueda de informaciones para nosotros. Si, eran dos putitas lindas. Recuerdo me de un joven que había se apasionado por las dos. Idiota. Amas es cosa para idiotas. No hay amor con putas. Y si hay, yo y ellas no lo conoceremos.
Había también un maricón. Se llamaba Juan Stein y tenía un taller de poesía.  Los jóvenes se reunían ahí. Las Garmendia frecuentaban ahí y nos enviaban nombres de posibles aliados. Yo tenía de conversar con ellos, algo que las putas estúpidas no sabían hacer.
¿Qué hago yo en un taller de poesía de un maricón? Todos los días me preguntaba eso. Por lo menos, había unas empanadas de carne que su madre hacia, que tornaban mis días menos horribles. Charlar e comer sin pagar. Mi porquería de rutina en el taller. Sin mujeres, sin vino, sin dinero, todo eso por un ideal político. Cuanta porquería.
Ahora estoy aquí. Con una luz fuerte en la cara, manos atadas, lastimado y totalmente estropeado. Creo que me van a matar. Estoy mojado. Tengo frío y hambre. Casi desnudo. Los hombres de mi viejo me agarraron. El juego se terminó. Muero en búsqueda de la libertad. Mi vida no fue en vano. Adiós compañeros.
Carlos Wieder/Alberto Ruiz-Tagle”

-          ¡Ya lo firmé! Sargento Bibiano, nos vemos en la cena de navidad. En mi casa, en Phoenix, Arizona. Adiós. 

1 comentario:

  1. Dos elementos muy buenos: la capacidad de crear una mirada singular, que le da la vuelta a los personajes que conocemos, desde una postura burlona; y la frase final, que deja el relato en suspenso y lo desestabiliza.

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