jueves, 27 de octubre de 2011

El Libro Roto


Por Alexandra Berois

En la ciudad de Nuria una chica de nombre Luana encuentra un libro en la parada del autobús. Se sienta. Mientras mira al libro y lo guarda, mira a los dos lados para fijarse de que no hay nadie cerca que pudiera ser el dueño de la obra. Luana tiene 10 años y ya toma el autobús solita. El libro que encontró la chica está bastante viejito y le faltan algunas páginas.

El libro que encontró Luana empieza contando una historia de seis chiquilines que ganaron un viaje de la escuela por ser el año en el que se van a graduar. Luego de discutir, llegan a un veredicto entre todos y eligen viajar a una isla, la Isla del Cabrón. Llega el día del viaje y todos se ponen muy animados y felices por estar saliendo a divertirse o, por lo menos, era eso qué esos chicos creían que sucedría.

Llegando a casa, Luana hace lo de siempre: deja sus materiales de la escuela en su cuarto, va al baño a lavarse las manos y en seguida se va a la cocina a comer algo, porque siempre llega con mucha hambre. Sale de su casa muy temprano y pasa el día entero en la escuela. Después de su ritual, se sienta en su cama y quita aquel libro, que no tiene algunas páginas, que encontró cuando volvía de la escuela. Lee las primeras páginas del libro y se durme con él por encima.

“Cuando llegan a la playa, en la arena ya está el barco que los llevará a la isla de sus tan soñadas vacaciones. A algunos de los chicos el viaje en barco les causa nauseas, por sus movimientos mientras pasa por las olas. Lo peor de todo es que la isla queda “a horas” de donde ellos salieron. Mientras conversan sobre qué van a hacer cuando lleguen a la Isla del Cabrón, muchas ideas les surgen, pero lo que ellos más tienen ganas de hacer es una fiesta por la noche. Por fin llegan a la isla.”

Al día siguiente, Luana se despierta muy temprano, se viste y va a tomarse el desayuno. Come muy rápidamente, quita sus materiales de la escuela y se va a la parada del autóbus. Mientras espera a su conducción, se sienta, saca el libro de la mochila y empieza a leerlo. Ya la estaba matando de tanta curiosidad. La chica no quiere má saber de estudiar, solamente quiere leer el libro. Pasa el autobús y no se da cuenta. Pero, ¿qué le importa? Lo que sí le interesa es su libro y nada más.

“Cuando se bajan del barco, se ponen muy contentos. El lugar es lindo. Incluso aquellos que se habían sentido mal en el viaje afirman que valió la pena. Descansan un poco mientras admiran el espectacular paisaje. En seguida, se ponen a arreglar las mochilas y a montar las carpas. Mientras algunos de los chicos están entretenidos con las carpas y el “astral” de las vacaciones, otros se van a hacer el reconocimiento de la isla, alejándose de los demás. Marta se va a la orilla de las piedras con Camila. Se ve tan deslumbrada por el paisaje y tarda en percibir que Camila ya no está junto a ella. Perdida, Camila se depara con un hombre misterioso que se acerca a ella y la mat... [PÁGINA ROTA]

Cuando llega atrasadísima a la escuela, a Luana la cuestiona la directora. Quería saber cuál era el motivo de su atraso, porque Luana era una chica que jamás lo hacía. En este momento, la cara de la niña es de total desesperación, tiene mucho miedo de que la señora llame a su madre, que, por supuesto, la llegará a matar si lo descubre. Su madre lo que más valora son los estudios. Por suerte, la directora no llama a la madre de Luana y la niña se va a la clase, ahora un poco más tranquila, para un día más de su rutina de estudios. ¡Ah! Claro que no fue exactamente así: la chica no podía dejar de pensar en la historia del libro.

“Sin saber del terrible destino de Camila, Marta vuelve hacia donde están todos su compañeros y les pregunta si alguno de ellos ha visto a Camila. Todos dicen que debe de estar “por ahí”, paseando, dando una vuelta por la isla. Marta, al principio, no se que preocupada y sigue ayudando a los compañeros, pero las horas se van pasando y nada de Camila aparecer. Bruno, que era el más responsable entre los chicos, empieza a quedarse preocupado porque ya se han pasado tres horas y Camila todavía no ha vuelto al acampamiento. Fue en este momento que decidió salir a buscarla. El hombre misterioso hace su segunda víctima: lo sigue a Bruno y, con un cuchillo de punta muy bien trabajada, le corta con brutalidad su... [PÁGINA ROTA]

Sale de la clase sin apuntar ni siquiera los deberes que la maestra, tan amable la señora..., les había pasado. Estaba muy ansiosa por salir de la clase, pues, así, conseguiría seguir leyendo su libro. Sale del portón y saca su libro de la mochila, aunque sepa que a su curioso libro le faltan algunas páginas. Eso no se había convertido en un problema. Definitivamente no. La chica no se cansaba de leerlo nunca. Se sube al autobús y sigue con su lectura, sin parar en ningún momento. A veces, incluso, se le olvida respirar. Finalmente, se baja en la parada que está cerca de su casa.

“Marta le pregunta a los otros chicos se no están preocupados por el hecho de que Bruno y Camila se demoran. La isla era realmente increíble y, a causa de eso, no llegaron a tener el tiempo para preocuparse. Marta, a la vez, está muy angustiada y sale a buscarlos sola. Va caminando por la orilla del mar y grita por sus nombres, pero nada de encontrarlos. No hay señales. Decide subir las rocas, piensa que de allá de lo más alto quizá pueda ver a alguno de ellos. En este momento, tiene la peor visión de su vida: encuentra a un cuerpo que... [PÁGINA ROTA]

Luana camina hacia su casa, pero ne ningún momento para de leer el libro roto. La obra se convertía en un tipo de vicio. La niña estaba adicta. Sólo pudo parar de leerlo cuando entró a su casa, pues... ¡no era tonta! Si su madre la viera leyendo un libro como aquél, seguro que le cuestionaría todo, todo, todo y algo más. Le arruinaría la aventura. Como Luana sabía que el libro no era adecuado a su edad, no quería arriesgarse: lo guarda en la mochila y, esforzándose lo máximo que puede para que su madre no perciba que algo le está pasando, entra a su casa. Guarda la mochila en su habitación, como de costumbre, se lava las manos y se sienta a cenar con su madre.

“Marta, totalmente desesperada, corre al acampamiento. Grita como loca. Los compañeros que recién habían terminado de arreglar todo, corren en la dirección de la cual vienen aquellos terribles gritos. Marta está tan asustada que no puede hablar. Lo único que sí puede pronunciar: “Vi a un cuerpo. Vi a un cuerpo. Vi a un cuerpo”. Los chicos se quedan muy asustados y junto de Marta van a ver el cuerpo que dice haber visto. Laura fue la única que se quedó en el acampamiento, porque alguién tenía que quedarse por si acaso los desaparecidos volvieran. Pobre Laura... no se quedó sola por mucho tiempo. El hombre misterioso se acerca de ella y con sus sangrientas manos le agarra su cuell... [PÁGINA ROTA]

La madre de Luana le pregunta qué tal estuvo la escuela. Luana no sabe qué decirle, porque, en realidad, no podía recordar a nada que no fuera su libro. Rápidamente le respondió a su madre: “Lo de siempre”. La madre le cuestiona: “¿Cómo así? Siempre hay algo nuevo”. Muy lista que es, la niña le dice: “Lo de siempre quiere decir que tuvimos materia nueva y la profesora nos pasó deberes como siempre”. La madre, sabiendo que su hija siempre ha sido muy estudiosa y nunca ha tenido problemas en relación a los estudios, se tranquiliza.

“Cuando los chicos llegan al lugar donde Marta había visto al cuerpo, el mismo se habíba alejado de la orilla y ya no se podía saber a quíen había pertenecido aquel cuerpo que, ahora, flotaba en el mar. Todavía se quedan un rato, mientras piensan si puede ser uno de sus compañeros. Deciden volver y cuando se acercan al acampamiento, veen un rastro de sangre. Corren hasta el destino final de aquel rastro y se deparan con la horrible visión de Laura totalmente destroz... [PÁGINA ROTA]

Luego de cenar, Luana se va corriendo a su cuarto, se acuesta, agarra al libro que está dentro de su mochila y lo empieza a leer. No pensaba en nada más, sino en continuar para saber cómo acabaría aquella historia. Como siempre, termina durmiéndose con el libro por encima de su cuerpo pequeño. La suerte de Luana es que su madre siempre está tan cansada y se queda dormida antes que ella. El último contacto que tienen las dos. los deseos de que tengan una buena noche, los pocos cariños que se ofrecen en su relación madre-hija, etc., es a la hora de la cena. Pasado este momento, no hay riesgos de que encuentren a la niña y al libro roto.

“Asustados, los chicos corren en dirección al barco dejando todas sus cosas en el acampamiento. Salen desesperados, el miedo de que el que esté cometiendo estos crímenes es más intenso que todo. ¿Dónde está el barco? Oh no, ¡se había desaparecido de la orilla de la playa! Pobre jóvenes, tan contentos al inicio y ahora tan nerviosos y desesperados. Lloran. No saben qué hacer. Pronto, perciben que el barco, que antes estaba lejos de la orilla, se va acercando a la playa. “Vámonos de aquí, ahí viene el tío que conduce el barco y nos trajo”, se escuchó decir Pedro en medio a todas las lágrimas. Éste mismo percibe que algo se acerca de ellos, mira hacia el lado y lo último que siente es un... [PÁGINA ROTA]

Aquella historia, tan inadecuada a su edad le daba más ganas. Era una cosa prohibida. Cuando llega a la última página del libro que tanto le estaba gustando, Luana percibe que la parte final también está rota. Una mezcla de rabia, ansiedad y desesperación la toma por completo. Son las 11pm. Sale de su casa sin que su madre lo perciba. Camina sola. Corre lo máximo que puede. Los que la miran perciben que algo no está bien, pero la niña no le hace caso a nadie. No logra ver a nadie. Es sólo ella y su libro, libro roto aquel, de una historia capaz de afectar a una pobre niña de 10 años. Lágrimas le caen y le llenan su rostro de niña inocente e inexperiente. En un salto de incontrol, se acerca a la orilla de un puente. Se sube, siente el viento tocarle la cara y da su último respiro. [PÁGINA ROTA] ¿?

1 comentario:

  1. En este cuento, muy bien construido, las dos historias están perfectamente delimitadas. Es un buen ejemplo de literatura dentro de la literatura y del poder de la lectura. La historia segunda, al estar hecha pedazos, instiga de forma muy intensa la curiosidad de los lectores, y sobre todo, de la protagonista, lectora también. Lo perverso de esta historia, lo que da más miedo, no es el superconocido cuento de terror de los adolescentes en la playa, sino el efecto tenebroso que esta historia provoca en la pequeña lectora. Esta traslación del espanto es muy buena.

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