jueves, 1 de diciembre de 2011

El Museo

Debería tener medo, pero al contrario de esto sonreía al mirar su imagen reflexionada en las aguas del mar, una sonrisa helada, perpleja, incolora. Un sonido alto de las ollas camuflaba la agonía de su dolor, los perros cantaban al redor de las lápidas violadas del cementerio muy cerca de ella. Algunos al reconocer su sufrimiento se pusieron a lamber las lagrimas calientes que insistían en rolar por su cara. Intentaba ser comprendida, pero no hablaba el idioma de este país, misturaba chino con su árabe natal, hablaba con un perro en latín y a los latidos ello la comprendía. Sentía frio, quería dar su calor a los cuerpos muertos que nunca existieron en el cementerio.

Se llamaba Lestanifa, pero esto a nadie le importo. Tenía un secreto, todavía nadie percibió, hasta ahora. Estaba decidida, dejaría de ir al bosque y pasaría a ir al hospital en busca de humanos.Levantó en un solo pulo se puso a correr y gritar. Cuando percibió estaba en la calle en frente al hospital. Pensó en entrar y entró. No imaginaba que estaba siendo observada por el viejo portero del Hospital.
El viejo no escondía su agresividad, exhalaba un olor fuerte de pelea, de fuerza de sangre, se quedaba sentado durante todo tiempo. Su pello rubio y grasiento escoria por su cara hasta su bigote, tenía apenas una pierna la otra su fallecida mujer lo sacó al percibir que no la usaba para nada. En su radio apenas canciones de Chavela Vargas tocaba, y así recordaba de su mama mientras lloraba. Nasció en Uruguay y vive acá a más de setenta años nunca pensó en salir, nunca irá salir.

Lestanifa entro en el hospital con mucha prisa y como se conocerse a los corredores se fue directo al vestuario. Sacó su ropa y vistió una bata de un medico que encontró descuidada en el suelo. Prendiendo su pello verde y corto con las manos y disfrazando bien, vistió la bata del médico que había encontrado caminando tranquilamente por el pasillo. Ya sabía lo que iba a ser, durante mucho tiempo lo hizo en secreto en el bosque, sabía cortar, tirar los órganos y empajar, ahora haría el mismo, pero con personas.

(…)

Lo mató, en un solo golpe, lo llevó hasta su casa en una mala. El fue el primero, logo tendrá mas de cincuenta estatuas empajadas en su museo...

1 comentario:

  1. El título de este relato constituye el enigma inicial ¿qué tiene que ver un museo con un clima de cementerio y ese extraño personaje? El misterio plantado en el título da mucha fuerza a las descripciones de los personajes y se resuelve al final con elementos de cuento de terror.

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