viernes, 9 de diciembre de 2011

Escriviviendo - La vieja y la muerte

La pobre señora vivía cerca del molino y solo tenía el viento y su vitrola como amigos. Todos los días escuchaba la canción “My Darling” para recordar a su esposo que la había dejado había pocos años. Dedicó toda su vida a él y a su perro Apolo. No tuvieron hijos. Doña Pequeña, como la llamaban, no tenía más ánimo para nada en la vida: solo esperaba el día en que pudiera estar nuevamente con su amor. ¡Y cómo le dolía estar lejos de él!

Una noche se acostó como de costumbre, cogió la foto de su esposo y durmió abrazada a ella. Sintió algo diferente. Su cuerpo parecía tan leve... De pronto, Doña Pequeña avistó una luz a lo lejos, muy fuerte, y luego aparece en su frente la muerte. Le dio la mano. La vieja le mostró la foto de su amor como que preguntando si pudiera llevarla hacia él. La muerte contestó haciéndole una señal positiva. Luego la agarró y la llevó. Pasados algunos minutos, la muerte se da cuenta de que ya no tiene la pobre a sus manos. Mira a todos lados y percibe que una vieja compañera la había robado: la vida.

De ahí que la muerte empezó a pelear con la vida. Una hora más tarde, la vida gana a la pobre señora y la muerte se marcha.

La pobre señora, entonces, se queda enojada de todo pues sabía que esa era la única oportunidad de ver nuevamente a su esposo. Desesperada, logra pensar en un plan: enviará un mensaje por teléfono móvil a la muerte solo para decirle que tenía razón al matarla (en esos tiempos modernos la comunicación logra ser más eficiente). Le pide que le mostre el camino hacia su viejo. ¡Ahora sí que voy a ver a mi esposo y voy a quedarme con él por toda la eternidad! – piensa en voz alta. Termina de escribir su mensaje y la envía. Inmediatamente, recibe un mensaje instantáneo “su mensaje no pudo ser enviada por falta de créditos. Inténtalo nuevamente más tarde”...

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