jueves, 3 de noviembre de 2011

Cara cerrada.

En un avión lleno de turistas de incontables regiones, listo para salir a camino de Santiago, Capital de Chile, había un hombre largo, sentado cerca de la ventanilla, con una mirada seria y cara cerrada. Al su lado sentó un hombre con semblante feliz, un aire lleno de si. Ambos en la clase económica. Mientras el primero parecía tener cerca de 30 años de edad, el segundo parecía tener 70.



- Buenos días! Habló Pablo, el señor de semblante feliz.

- Hola. Dijo Martíns, el señor de cara cerrada, en un tono seco.

- ¿Es su primer viaje? Dijo Pablo.

- No! Dijo Martíns con un aspecto malhumorado.

- ¿No le gusta hablar? Insistió Pablo.

- Me gusta hablar con mis pensamientos. Ironizó Martíns.

- Entiendo... Respondió Pablo sin dejarse abalar. ¿Y qué se lo dicen tus pensamientos?

- Me dicen que necessito paz. Habló Martins mirando de lado.



Pablo tenía doctorado en psicología, ya había pasado por muchos países y no podía creer no que acabara de pasar. En su cabeza no imaginava alguién que fuese viajar y no podía dar una sóla sonrisa. Así, decidió que intentaria cambiar la situación y en algun momento haria hacer el hombre de cara cerrada y mirada seria abrir una sonrisa.

El vuelo comenzó, la aeronave estaba volando y las azafatas caminaban ofrecendo cosas. Pablo no paraba de pensar en que hacer. Se levantó, fue al baño y se sentó. Para el, allí era ideal para reflexionar. Piensó, piensó y... dormió. Dos horas después, Pablo abrió sus ojos, escuchando un “toc-toc, toc-toc” y una voz hablando:



- ¿Hay alguien ahí? Era una persona en el pasillo apurada.



Pablo se levantó con tranquilidad (incluso porque su edad no permitió el contrario). Abrió la puerta y salió del baño pidiendo perdón. La persona que lo esperaba sólo quería adentrar luego y hacer su nesecidad, por eso no escucho nada do que Pablo había dicho.

Ahora en su sillón, empezaba a despertarse. Miró a su lado y Martíns estaba con la misma cara cerrada antes de el ir reflexionar en el baño. Como piensar mucho sólo le dió sueño, decidió dejarse hablar sin piensar. Como una conversasión con viejos amigos.



- Martíns, ¿Dónde es usted? Preguntó com su sonrisa desdentada.

- ¿Porqué quiere saber? Respondió Martíns siempre directo.

- Voy a conocer el Chile, después de muchos años con ese deseo. Habló Pablo rapidamente cambiando de asunto.

- Debe ser años mismo. Dijo Martíns mirando la aparencia física de Pablo.

- ¿Ya conoce Santiago? Preguntó Pablo.

- No! Nuevamente ríspido, dijo Martíns.

- Que bueno! Es nuestra primera vez, entonces. ¿No se emociona? ¿Viaja a turismo? Habló Pablo en tono emocionado.

- No y sí.

- Está sólo?

- No.

- Yo también no, voy a encontrarme con mi hijo en Santiago.

- Bueno, felicitaciones. Señor, voy leer un poco. Respondió Martíns, mirando a su relogio. Faltaban poco menos de dos horas para la llegada.

- Vale, voy al cuarto de baño.



Así se pasó más de una hora y Pablo vuelvió a la silla y sin perder tiempo, pregunta:



- Está bueno el libro?

- Esta sí, gracias. Respondió Martíns, después de un estornudo.



El piloto informa que el avión está a punto de llegar a su destino y pide a los pasajeros que se queden preparados. La aeronave hace una ligero aterrizaje y todos se levantan.



- Cuál es tu nombre? Pregunta Pablo.

- Martíns señor, Martíns... Respondió Martíns por la última vez y se fue.



Pablo no se queda satisfecto pero tiene que seguir. Ya en el aeropuerto, Pablo se va a busca su equipaje, su maleta y con todo en las manos, se pone a esperar su família. Algunos minutos después, le aparece Martíns, llamándolo a irse. Pablo entonces le pregunta: ¿Cómo irme? Sólo te conoci ahora y ni siquiera me dio una sonrisa. Usted puede ser cualquier persona como esas por ahí con malas intenciones, ahora que estamos aquí, para aprovecharse de mí.



- ¿Pablo Vasquez es su nombre, no? Pregunta Martíns.

- ¿Dios, cómo eso? Pregunta asombroso Pablo.

- Por qué mi nombre es Martíns Vasquez, Padre. Soy humorista y tu amnesia es la única cosa en el mundo que no creo que ser divertida.





Marco Antônio Dibe Laureano

1 comentario:

  1. Como en un acertijo este cuento deja de piedra al lector al mismo tiempo que al personaje, dándole la vuelta a cada una de las frases de Martins. Hay un momento genial en que el viejito llama al otro personaje por su nombre: “- Martíns, ¿Dónde es usted? Preguntó con su sonrisa desdentada”. Señal para los lectores del hondo pozo de su memoria.

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