sábado, 5 de noviembre de 2011

Zotz


Me senté, me puse a observar las flores rosadas que estaban afuera, en la copa de los árboles.
Estaba allí como en un sueño.
Fue entonces que me di cuenta que me hacían preguntas, muchas, empezé a contestarlas.
Luego, me pedían que diera mi opinión con respecto a vários temas, se las di.
Como en una pesadilla me di cuenta, que siendo yo de otro planeta, nadie me entendía.
Yo hablaba y abejas rápidas se llevaban mis palabras a sus colmenas.
Era como si yo bailara sola, como si estuviera nadando en una piscina vacía.
Pero había una platea, había que seguir. No iba regresar al punto de partida.
Después de muchos días en esta falta de comunicación feroz, empezé a percebir que parte de mi cuerpo estaba desapareciendo, primero fue mi pié, yo segui caminando, pero ya no veía partes de mi píe. Nadie más notaba, solo yo.
Estabamos todos en ese diálogo donde unos dicen cosas y pocos escuchan, cuando me di cuenta que mis dos manos ya habían desaparecido.
Fue en este momento que empezé a escribir esta carta.
Pero creo que mi memória, o quizas la misma persona que fui yo, ya no está. Desapareció?!
No me acuerdo lo que me pudo motivar a contar eso.
Lo que sí me resta, es regresar a mi planeta, allá hay cura para mi desesperación por mi desaparición.
Así como en el principito, en mi planeta hay flores por cuidar.
Pero allá, hay dos lunas, dos soles, pese que no hay estrellas.

1 comentario:

  1. El título de este cuento también es muy bueno. Parece Borges: un lugar inventado como Tlön. Además tiene un tono muy surrealista: ¿qué lugar es ese donde las flores empiezan a hacer preguntas hasta agotar a su interlocutor? Creo que consigues descolocar al lector pero al mismo tiempo hacerle comprender que está en un mundo con leyes propias. Parece un sueño. Y lo más inquietante, ¿y si no lo fuera?

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