domingo, 6 de noviembre de 2011

“Nasdrovia”


Era brasileña, joven, muy simpática, no tan bonita, pero atractiva, si mirásemos el todo. Iba a una escola de lengua por las mañanas para perfeccionar su inglés. Vivía en Londres desde hacía dos meses y ya tenía algunos amigos. En la escuela donde estudiaba había chicos y chicas de diversos países, pero la majoría era brasileña y polaca. La escuela ofrecía excursiones a algunas poblaciones próximas a Londres y también algunas fiestas de confraternización. Fue en una de esas fiestas que Rita decidió irse aún sola. Pensaba que sería una buena oportunidad de practicar su inglés y conocer personas. Se foe. Al principio le pareció un poco difícil hablar con alguien porque estaban ya todos en grupos cerrados, pero después de un rato, una chica le reconoció y le invitó a juntarse a su grupo. Había de todo: brasileños, argentinos, españoles, polacos, alemanes, etc. Rita, para sentirse más cómoda, comenzó a beber como hacen muchas personas en situaciones semejantes. Cuanto más bebía, más relajada se sentía, pero no supo cuándo parar. Su cerebro, cuando le envió la información que “ya”, era muy tarde. Rita jamás la recibió. Su próximo recuerdo era que estaba acostada en una cama mirando el techo, las paredes y lo poco que existía en aquel cuarto desconocido. “¿Dónde estaba?” Se dio cuenta que le faltaba la falda. “¿Cómo había llegado allí?” Tenía miedo de abrir la pueta y encontrar lo que no quería ver o saber, pero tarde o temprano tendría que hacerlo. Se envolvió en la sábana y abrió la puerta. Trés chicos le miraran tan perplejos cuanto ella misma. Lo primero que hizo fue preguntarles, en su precario inglés, dónde estaba, porqué estava allí y dónde estava su falda, pero los chicos no le comprendían porque su inglés era más básico que lo suyo (de ella). Rita intentó todo lo que pudo para sber lo que pasó, pero fue en vano. Volvió a su casa y jamás tuvo las respuestas a sus preguntas.

Márcia Fernandes*


2 comentarios:

  1. Publiqué en mi nombre porque Marcia no pudo hacerlo:-)

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  2. Un buen cuento tiene que tener un título que nos haga zambullirnos y este es genial. ¿Es ruso? Y lo bueno de esta historia sumergida es que queda en la pura especulación, ni la protagonista ni el lector, que sigue su punto de vista, sabe lo que pasó. Pero yo me pregunto, ¿cómo volvió nuestra protagonista a casa? ¿Enrollada en la sábana?

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