jueves, 3 de noviembre de 2011


El tiempo no cura todo.

Eran las 8 horas de la mañana, sus ropas estaban ya planchadas y listas como de costumbre, su desayuno con sus semillas importadas, su jugo de arándanos. La cortina blanca del balcón hacía con que el paisaje que se veía por la ventana fuera aún más bello.
Su semblante altivo exigía a la criada hacer las cosas domésticas con mejor calidad. Como siempre, ponía defectos en el trabajo ajeno, principalmente si fuera ejecutado por una casta supuestamente inferior.
Esta semana tenía que llevar su tía al hogar de ancianos, ya que en la ultima visita se percató que la señora ya no podía vivir sola. Un escape de gas, una puerta abierta, una ventana mal cerrada, las ollas con comida vieja, todo este panorama desolador indicaban el inicio de la enfermedad. La memoria de su tía no estaba nada bien.
Siendo su única sobrina, además de eso, una sobrina rica que tenía amigos ricos y una reputación por mantener intachable, por supuesto su tía se iba al más fino Hogar de Ancianos, con derecho a toda clase de lujos de la gente abastada.

-¿Tía, como estás hoy?

-Bien como siempre. Te esperando como siempre. Eso parece que no tiene fin.

-Que tonterías dices tía. Ya llegué. De hecho, llegué en la hora que te dije. Puntualmente!

-No. Tú nunca has sido puntual. Desde siempre nunca has respetado horarios, y amenazaste llegar en la hora, pero como antes, llegas con un retraso, eso no tiene perdón, eso no tiene perdón...

-Bueno tía, mi madre no pudo venir pues, como lo sabes, a ella no le gusta salir de casa y no le gusta despedidas.

- ¡Tu madre! sí, tu madre...a tu madre muchas cosas no le gustan. A ella es complicado complacer, pero, eso sí, le gusta dividir la gente, maltratar la gente, hacer doler los corazones. Ella cree que sabe la verdad, que es dueña de la verdad, que puede decidir todo.

-Bueno tía, tu sabes, tengo prisa, tengo mis compromisos, estoy llena de trabajo. Te llevaré, te dejaré allá...y luego tendré que salir,...por supuesto, te visitaré...

-Eso te dije yo hace tanto tiempo. Y ahora, porque no he cumplido mi promesa, me dices mentiras. Tu me dejarás allá en esa casa para viejos y puede ser que me visitarás en la segunda semana, pero, después.... después te olvidarás de mi...son muchos los compromisos...yo sé...el tiempo pasa, pasan los años...y se cosecha al final la soledad que hemos plantado.

-Mi madre me dijo que tú has sido una mujer muy bella, muy llena de compromisos, de novios, de amores. Que has tenido la vida que has soñado.

-¡No! He tenido la vida que me han impuesto la gente de la alta clase, con vergüenza de los chismes y de los comentarios. He perdido mucho, pero lo he merecido por ser débil.

-¡Tía, acá es la casa, grande, bella, mira el jardín: tiene un columpio!

-¿Sobrina, a ti te gustan los columpios todavía? Me acuerdo bien que cuando me fui, te encantaban...era facil, muy facil te dejar allí, pues por un columpio hacias la fiesta.

-¡Como te dije, estoy llena de trabajo! Me tengo que ir.

-¿Sobrina, porque no tienes hijos? Me harías tan feliz si tuvieras un hijo...

-¿Que pregunta ahora tía...?

-Antes que te vayas, me lleves al columpio, por favor.

-¡Tía, no tengo tiempo para que yo te pueda columpiar ahora...por Dios!

-No, no has entendido nada de nada...yo te quiero columpiar. Sepas que ya no hay motivos para prisa. Un día el tiempo ya no tendrá tanto valor. O tendrá tanto valor, que no querrás saber, para que no duela...dolor...me duele tanto...

Mientras las dos seguían por más unos instantes de conversación, los ojos verdes de la sobrina miraban al reloj, y los ojos verdes de la tía miraban los cabellos de su sobrina, las manos de su sobrina,...las manos, los ojos... pensaba: Ya no hay motivos, ya no hay nada que decir.



1 comentario:

  1. En esta historia de silencios y ausencias, la segunda historia también permanece callada. El abandono se repite banal, cruel, con las de excusas de siempre, pero en esa reiteración se perciben claramente motivos ocultos que permanecen sin decirse. Esa sospecha, inserida y no aclarada, le da gran fuerza al cuento.

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