Aquél no seria un día común en la vida de la profesora Pilar, que a
lo largo de sus casi treinta años de vida solo había conocido el mundo
por sus libros y papeles amontonados en la biblioteca donde pasaba horas
planeando las clases de literatura. Desde allí las letras se convertían
en sueños que la dura realidad trataba de borrar sino fueran los
pequeños hechos que sucedían como la visión que hacía dos semanas tuvo
en el escaparate de la tienda de antigüedades ubicada en el camino
monótono que todos los días recorría hasta su casa. Una sombrilla negra
con puntitos rojos imitando amapolas. Vieja y llena de hilos cuyas
marcas guardaban la historia de una reina de la noche, tal cual la de un
personaje de un cuento que solía leer por las noches. Durante meses la
miró esperando completar las economías de su desmedrado patrimonio
domestico. Aquel día salió temprano, con más prisa que en los días
normales, y a las nueve estaba pagando su compra preciosa. Tenía la
sombrilla en las manos cuando un ruido inexplicable invadió la tienda y
Pilar se percató que todo a su alrededor estaba destruido, los escombros
se caían, una mezcla de miedo y espanto se apoderaba de ella y empezó a
temblar cuando se dio cuenta de la escena: un elefante indio, cubierto
con trapos coloridos y brillantes estaba a sus pies y a lo largo el
gitano intentando inútilmente controlar la situación. Los ojos de Pilar
contemplaban la profundidad de esos ojos gitanos. Su cabeza empezó a
girar, sus ideas, sus lecturas, sus imágenes, su mundo en fin, boca
arriba. Él le devolvió la mirada de una forma penetrante, con tanta
fuerza que Pilar empezó a olvidarse de aquel ambiente de desolación y de
destrucción mezclándose un sentimiento de atracción e de intimidación
que la aterrorizaba porque le recordaba su ex novio y como su vida fue
infeliz junto a él. Por lo que decidió abrir la sombrilla para detener
la pesadilla que le estaba viniendo a su cabeza, sin embargo el rojo
amapola de la sombrilla oscura evocó en el elefante el fuego que casi lo
consumió en el pasado y como si un huracán fuera, el elefante si giró
envistiendo su trompa la sombrilla que la profesora Pilar sujetaba y sin
que el gitano nada pudiera hacer, se transformó en un mero espectador
cayéndose de rodillas encharcando el suelo de lágrimas porque no pudo
impedir la visión de ese tablado terrorífico. Nunca leyó la biblia, pero
cantaba las saetas de como murió Jesús a manos del soldado romano en la
Semana Santa. Canciones profundas, llenas de sentimiento y que ahora se
transformarían en la peor de sus pesadillas por lo que estaba
presenciando.
Increíble cómo ustedes construyeron muy bien la historia y cómo el foco se traslada de la profesora y su vida mediocre hasta que en el final vemos la escena del gitano y su imposibilidad frente a la vida!! Me gustó un montón!!
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