"Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban [...]"
(Júlio Cortázar - "Rayuela" - cap. 68)
PLAÑIDOS
Apenas
él le amaba el llanto, a ella se le agolpaba el deseo y caían en lágrimas, en
salvajes momentos, en sollozos exasperantes. Cada vez que él procuraba
desenlazar los nudos, se enredaba en un laberinto de lamurias y tenía que
aceptar el nuevo, sintiendo cómo poco a poco las miradas se reflejaban [...]
(Renato e Juliana)
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