Pero fue en la década del 30 cuando me di cuenta de la vida que tenía. Trabajaba en el servicio público, tenía a Natalia como esposa, 2 hijos, 3 perros y un viejo glotón como mascota. Uno no sabe lo que significa todo eso. Todos dependían de mí y yo solo pensaba en mi trabajo. Estaba casi loco.
Hacía tanto tiempo que no miraba a mi esposa. Ella tampoco se esforzaba por mirarme. Solamente cuidaba de la casa y de nuestros hijos y ya no se arreglaba para salir de casa. Peleábamos por cualquier motivo, a toda hora. Pasamos años así, hasta que me marché de casa. Me quedé harto de toda mi vida. Pasé a pensar en aquella niña, en el balancín, en la nieve. Escribí una carta a mí mismo. Cogí una arma de fuego, la puse en la boca. Después me arrepentí. Ya era tarde.
Creo que la referencia poética a la niña le da un tono melancólico muy intenso al cuento. Parece hablar de una vida desperdiciada, dejada atrás en la infancia.
ResponderEliminarMe gustó también el final. Ese ya era tarde es una decisión irrevocable pero a la vez no aclara desde dónde habla el personaje. Así que a pesar del evidente suicidio sigue el relato, en la escritura misma.