lunes, 19 de septiembre de 2011

La casa 235

En una noche atípica de invierno, mientras Catalina, una señora jubilada de 73 años, oye la radio, un ruido muy extraño suena del quintal del vecino, desviando su atención. Con la astucia y agilidad de una señora de edad ya avanzada, Catalina veste el albornoz y despacito, caminando pie por pie, sigue hasta la puerta trasera de la casa para escuchar mejor el ruido. Empezaba a nevar cuando un dulce recuerdo de la juventud invade los pensamientos de Catalina, dejándola emocionada, al punto de volver al pasado, hasta la época en que ella y su compañero, el señor Juanes, investigaban los crímenes que ocurrían en la ciudad. Ellos han dedicado gran parte de su vida a desvendar los crímenes y mantener la orden y seguridad de la gente, lo que siempre fue sinónimo de orgulloso para ella y de desprecio para algunos envidiosos. Pero en esta noche, después de escuchar el ruido viniendo de la casa al lado, y aunque Catalina odie a los vecinos que viven allá, el instinto investigativo hizo con que ella intentase descubrir qué era lo que estaba causando los extraños gemidos. Abrió la puerta con cuidado y se quedó un rato escuchando lo que acontecía. Sin embargo el ruido había parado y ella tuve que se aproximar más de la casa. En este momento un ruido más intenso acompañado del silencio invade la noche helada y Catalina al se aproximar de la ventana, ve un crimen ocurriendo. Con todo, no estaba cierta de lo ocurrido por que la posición en que estaba no le permitía ver con precisión el interior de la casa. De repente se oye una música muy alta, circunstancia poco común en se tratando de los Sánchez y del horario. Esta situación pareció muy sospecha para Catalina, lo que la hizo recordar de una circunstancia semejante a esta, que ocurriera hace muchos años y que había asustado la comunidad de un bario vecino. Sin embargo la astucia de Catalina no era la misma de su juventud, lo que hizo con que ella volviera para dentro de su casa para llamar la policía, a quién pasó todas las informaciones dignas de una gran policía investigadora. Cuando la escolta llegó hasta la casa número 235 en la calle número 100 del barrio Roque Sáenz Peña, encontró la Señora Sánchez (la vecina) muerta, y su esposo el responsable por la atrocidad con las manos ensangrentadas. Al final el asesino acabó preso en flagrante por el crimen gracias a Doña Catalina, a quien el tiempo no consiguió olvidar la pasión por la profesión y la sed por justicia.

2 comentarios:

  1. a mí me gustó mucho la narrativa. Mantive mis ojos atentos a los detalles hasta el final. Felicitaciones por la história!

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  2. Es el primer relato en que nuestra viejita tiene un pasado digno de la situación que va a enfrentar. Muy bueno haberla convertido en un doctor Watson en femenino que ahora recuerda y actualiza su pasado.

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