jueves, 8 de septiembre de 2011

Vicios y Virtudes

Estaba yo hoy refunfuñando en la playa del matadero, en un día que para la gran mayoría de las personas estaba horrible, con mucha lluvia y frío, o cuanto somos locos para dejar nuestras casas calientitas, nuestras novias e familias rabiosas, solamente para desfrutar de las olas de la naturaleza. No sé como explicar, es como una religión, un deber a cumplir. No puedo tener un trabajo normal que me tome todo el día, obligaciones del cotidiano y estudios quedan detrás. Practicamos todos los días. Sea en olas chicas, en el frío o calor, ventando o no, siempre va tener un surfista en la playa corriendo olas, entrenando para que cuando la tormenta llegue a su playa, él esté bien preparado físicamente para enfrentar el mar.

Estamos siempre trabajando, estudiando para un futuro próximo. Hay que trabajar todos los días para tener la plata, hay que estudiar para quizá conseguir trabajar en algo que le guste, pero cuando estáis corriendo olas solamente piensas en lo momento, agarras una ola y la corres como ella le pide, todas son distintas, además estas en el mar, miras un delfín que se alimenta a su lado sin se importar con su presencia, la ballena y su cría también estaban hoy por allí.

Son muchos los factores que no dejan un surfista tener una vida social normal. Empezamos cuando niño jugando con nuestros amigos, pero después hace parte imprescindible de nuestras vidas. No sé, estoy acá delirando. Disculpe se alguien piensa como mi tío que se cree que este deporte es para los desocupados, pero pienso yo: “como una ave tiene que volar, un surfista tiene que estar en el mar”. No hay nada mas divertido sendo individual, es una terapia pienso yo.

S365(surf todos los día, por todo el día).

Abrazos

1 comentario:

  1. Es curioso como al hablar de un tema totalmente otro, de la escritura a la experiencia atenta con el mar, has captado perfectamente la fascinación de la palabra. Pues más allá de la rutina y de su instrumentalización en mil tareas de trabajo, quizá la fuerza de la escritura esté en ese cuerpo a cuerpo con el lenguaje, que apaga el ruido y las tensiones cotidianas, y nos pone a prueba con nosotros mismos.

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