jueves, 22 de septiembre de 2011

Recomienzo

Era una tarde de viernes lluviosa. Julián estaba terminando su expediente de trabajo. Su vida como contador en el sector de suministros en la municipalidad no era nada fácil. Contaba los minutos para encerrar la semana.
Repentinamente, un sentimiento amargo tomó cuenta de todo su cuerpo. Fue el recuerdo de que tenía que volver a su casa.
El hombre joven que se había tornado canoso de tantos disgustos que le causaba Alba, que en otros momentos de su vida, tantas alegrías le había proporcionado, no quería retornar a su hogar.
Alba, la joven simpática, que un día le había encantado, hoy no era más la misma dulzura. Después que tuvieron a Pedro, su único hijo, ella se puso fría y sólo se preocupaba con el dinero.
Julián tenía 23 años cuando ellos se casaron y ya hacía 12 que estaban viviendo sobre el mismo techo. Él no sabía decir cuantos más soportaría.
El contador se puso a pensar en su vida. Tuvo varios recuerdos. Pensaba en como le gustaba salir, ir a la playa, al cine o simplemente acostarse en el césped del parque para mirar las estrellas. Después de los recuerdos de la época feliz, cayó en la realidad cuando su mobil tocó, era Alba diciéndole que no haría cena y que si quisiera fuese a cenar en algún lugar.
De pronto sintió un aprieto en el pecho. Aún respiró hondo y pensó en qué lo haría feliz en ese momento. Le dio un hambre tremenda. Recordó la cantina en la cual siempre iba con los amigos de la universidad.
Buscó su auto y se condució hasta el lugar. Al llegar, se quedó por algunos segundos mirando el frente del lugar donde tantas risas habían tenido. En la radio tocaba una música que hacía parecer que el tiempo había parado.
Un ruido que vino de la barriga hambrienta lo trajo nuevamente a la realidad. Se bajó del coche y entró prontamente al local. Escogió la mejor mesa, tomó en sus manos la carta y eligió un plato de ravioles a la boloñesa.
De la mesa podía ver que estaba nevando. Pidió una taza de vino que llegó prácticamente junto a los ravioles. Por un momento percibió que la vida no era tan mala como él creía. Saboreando la cena, hizo planes para ver crecer a Pedro junto de Alba. Terminó su plato favorito y fue para casa lleno de buenas intenciones.

1 comentario:

  1. Buena descripción del personaje, el contraste entre sus deseos, el pasado y la realidad. Hay también cierta intriga (parece que vamos a asistir a una ruptura definitiva) que se desvanece con los ravioles ¿o no? ¿qué le ocurrirá al llegar a casa?

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