domingo, 14 de octubre de 2012


Una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras, apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído pero corriendo por la derecha como correspondía, se dejo llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado.

Ahora entraba la parte mas agradable del trayecto, el verdadero paseo: una mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para soluciones fáciles. Un inevitable relajamiento impidió prevenir la llamada y Pedrito Navaja con su sombrero de ala ancha le fue pa encima, el diente de oro iba alumbrando toda la avenida, mientras el puñal le hundía sin compasión.

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