lunes, 29 de octubre de 2012


                Otra vez estoy aquí. Solo vos me escuchas, o me lees.  ¿Qué me importa? ¿Por qué mierda vinimos a comprender la vida tan tarde? Nunca imaginé que esta vida iba tan en serio. Jamás deseé tornarme un viejo trabajador estropeado  como mi padre. Me daba todo lo que era posible. Y yo, un joven idiota, que seguro de tener un rey en la panza, cagué para todo y me dejé llevar la vida adelante.
                Soñaba dejar huellas para mis hijos y marcharme entre aplausos. Y lo hice. Dejé huellas en la arena de una playa cualquiera, pero el agua se las borró dos minutos después.  Algunos días después, me encanté con el teatro. De pronto me creí que envejecería y me moriría ahí. Delante de muchos espectadores. ¡Un carajo! Y eso también no me ocurrió.
                El tiempo pasa cada vez más deprisa. Y la verdad es cada vez más desagradable. Hoy soy un viejo mugriento, feo y lloroso. Un drama, una historia que mas parece una peli de los anos cuarenta. Mis piernas están una porquería, me duele caminar por el escenario. El último aplauso fue hoy  por la mañana. El billetero me despertó de la siesta y me deseó buenas noches y hasta otro día. El teatro había cerrado sus puertas para siempre. Creo que así llega al fin una historia mal hecha. Esa porquería que fue mi vida. ¡Hasta mañana compañero!

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