domingo, 21 de octubre de 2012

EL Bipolar



¿Sabe cuándo un día te parece interminable? ¿Cuándo la noche no acaba y dentro de una única hora parece haber otras veinticuatro horas más?
Es así que me siento hoy. No sé como vine parar aquí. Estoy en un sitio oscuro, creo que es un calabozo. Hay mucho humo y tengo sueño. Hay una máquina extrusora delante de mí, no sé porque, no hay vestigios de que sea una fábrica de plásticos, pero ella está aquí.
Miro mis manos. Están atadas con esposas en una cadena corta que viene de la máquina. Estoy solo con una blusa. Tengo mis pantalones amarrando mis piernas.
Hay un hombre muy guapo mirándome. Tiene sus ojos fijos en los míos. Me siento atraída por él. Es como si yo ya lo conociera, mas estoy segura que nunca lo vi. No así. Es difícil dejar mis ojos abiertos, ¿es esto un sueño?
Oigo una fuerte y bonita voz:
-Finalmente estás despierta.
- ¿Te conozco? – Le pregunto.
- No. Gisela, no así. Yo sí te conozco y mucho más de lo que tu misma sabes de ti.
- ¿Cómo te llamas? – Indago con una calma inexplicable.
Él se levanta y pone la máquina para funcionar.
- ¿Qué te importa? – Contesta mientras viene en dirección a mí.
Llega cerca, toma mis pelos con una de las manos y susurra en mí oído:
-Vamos hacer un juego, rubita linda, te haré algunas preguntas ahora y de las respuestas voy a decidir si te mantengo con vida o no. ¿Qué te parece?
Antes que yo pudiera contestar él continuó:
-No creo que estás en condición de decidir nada, así será. ¡Listo!
Yo estoy profundamente intrigada. Su respiración es fuerte, tiene un olor que conozco y me encanta. Está con vestimenta de seminarista, habla como uno. Lo deseo, no sé porque, solo sé que lo deseo.
                -¿Sabes quién soy yo? – Empieza el cuestionario.
                - ¡No! – Digo asustada.
Él se aleja de mí, me tranquilizo, pero en mi interior, quiero que vuelva a acercarse.
                -Yo soy el hombre de tus sueños. Tu héroe, tu vilano, tu todo.
Saca una navaja del bolsillo de la camisa, se acerca nuevamente. Rasga mi blusa, pasa lentamente la navaja en mi espalda. Siento el dolor y la sangre escurriendo sobre mi cuerpo. Mi gusta la sensación. Él se aleja nuevamente y toma un poco del plástico derretido y aun muy caliente. Vuelve a encararme y a repetirme la pregunta. Contesto lo mismo. Sin abrir la boca, él echa todo lo contenido en mis pechos. Yo grito. No estoy más segura de que aun quiero continuar en el juego y le digo:
                -¿Sabes qué? Yo sé quien eres.
Él me pega con fuerza en la cara y dice:
                -No me acuerdo de haber preguntado ahora. Abra su linda boquita solo cuando yo pedir, ¿cierto?
No contesto. Él vuelve a pasar la navaja en mi piel. De esta vez en mis brazos. Y un poco más del plástico en mis piernas. Continúa doliéndome, asustándome y dejándome en duda si quiero jugar más o no.
                -Ahora dime, ¿quién soy yo?
                -Es Dios y también el diablo.  – Digo. – El hombre de mis sueños.
                -¡Explíqueme! – Dice mientras corta mi pelo con la navaja e mi aprieta con fuerza en la cintura.
                -El hombre de mis sueños es una especie de Dios. Pero mi Dios, es bipolar. No existen dos personas, o cosas, o entidades que pelean por almas buenas o malas. Que hacen guerra o paz. Mi Dios tiene sentimientos como todos los hombres, pero tiene mucho más poder que cualquier uno y se aprovecha de eso conforme está su humor. Como puede sentirse aburrido, juega con la vida de las personas. En mis sueños, soy su reina.
                -¿Y esto le parece un sueño? – Me pregunta mientras muerde mi cuello.
                - La verdad es que no yo no sé.
                Él me pega una vez más en la cara, yo grito y pido que él me liberte. Cuanto más le pido eso, más él me pega. Extrañamente no logro parar de pedirlo. Estoy sangrando. Quiero salir de aquí. Quiero quedarme aquí. Me duele todo y no me duele nada. ¿Es esto un sueño?
                Estoy en sus brazos, él está cargándome hasta el embudo de la máquina. Veo el tubo por donde pasan los materiales, siento el calor que viene del molde de la máquina. Tengo miedo. Creo que me va a echar la dentro. Estoy sudando, gritando, llorando. Él no parece me oír. Estoy adelante del embudo. Es una noche interminable. Una única hora parece haber otras veinticuatro horas más. Tengo sueño. ¿Es esto un sueño?

1 comentario: