martes, 23 de octubre de 2012



Tarde interminable de otoño. Desde el balcón miraba al lago pintado de pequeños colores rojizos y marrones. Se detuvo un rato. Paró ante la inminencia del movimiento. Tenía ganas de lanzarse. Todavía pensó que sería bueno salir de allí. Bajó las escaleras. Caminó hasta la puerta. Salió sin rumbo. Desde la esquina miró a un cartel. Se detuvo en el durante horas, hipnotizada por aquel mensaje. Hasta que un poco de coraje corrió por sus venas. Entró. Se sentó. Estaba sola. Quedó ahí como dos horas y media. Muchas imágenes. Aquél horror produjo algo en su cuerpo. Al fin salió. De sus pelos rubios escurría un líquido rojizo y marrón a la vez, como los colores que había visto antes. Después de eso nunca más volvió...

No hay comentarios:

Publicar un comentario