lunes, 15 de octubre de 2012

Viernes 13


Ahora necesitaba llegar a la calle Portería Cortázar viajando por un trecho que le recordaba las carreteras del Tour de Francia, pero lo que más le llamó la atención fue un alcornoque con su corteza intacta o era un aviso. Próxima calle, tráfico y muchos coches o la llamada calle de los mil infiernos. La espesa jungla de concreto y metal le hizo cambiar su chip transformándola en un campo de fútbol con un único objetivo, llevar la pelota hasta la portería. Su mano aseguró con fuerza el cambio y empezó el vaivén de cambios, con las dos primeras ya driblaba dos jugadores a su derecha, pero observó un hueco a su izquierda y decidió dejar más 3 jugadores hacia atrás, entonces llevo la pelota de la segunda hasta la cuarta marcha. Y en su mente le vino Oliver y Benji, y pensó porque no podría hacer lo mismo, entonces empujó la pelota hasta la quintaesencia, el sueño dorado de todo delantero y la pesadilla de todo arquero, el gol. Pero se olvidó de adelantar al último defensa por su derecha y sufrió un penalti, justamente antes de llegar a la Portería de Cortázar, su destino final. Era muy tarde y se despertó con las siguientes palabras de sus oponentes, ¡alcornoque!

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